lunes, 25 de abril de 2011

Videojuegos: ¿placer culpable u oportunidad de negocio?

Durante un tiempo, me pareció que los adultescentes estaban en todas partes; debo confesar que me equivocaba rotundamente. Como habían llegado desaparecieron. Quizá nunca estuvieron allí (no masivamente), y sólo me llamaba la atención que se pudiera leer en positivo un fenómeno que socialmente me preocupa (¿los treintañeros no quieren crecer o no tienen cómo crecer?).

El caso es que dentro de ese estereotipo del treintañero postadolescente, de estética seudogrunge, con una curiosa relación con el trabajo que ahora se ha vuelto mayoritaria (apasionados de su sector, teletrabajadores, tecnófilos, etc.) también se incluía una afición a los videojuegos que sin embargo parece haber desaparecido en esta generalización del prototipo de las generaciones X e Y.

Los videojuegos siguen siendo cosa de niños. Los adultos no pierden su tiempo con este tipo de hobbies. Se dedican a cosas constructivas: a la lectura, la música, el cine; la cultura tal y como la conocemos.

¿Seguro?

Porque casi todas las parodias que se hacen sobre Facebook incluyen al menos un chiste sobre invitaciones a Farmville. Y según esta noticia de la semana pasada, el 40% de los usuarios de Facebook están en esta red sólo para jugar. ¡Sorpresa!

(via Alfredo Vela)

Los juegos no sólo son un entretenimiento. Cada vez más, este tipo de interfaces se utilizan como complemento en programas de formación. Entidades tan serias como el Banco de España se han lanzado a incluir juegos en su aula virtual, sobre temáticas tan áridas como medios de pago o estabilidad financiera.

Sin embargo, seguimos siendo reacios a reconocer la importancia de estas plataformas tanto en nuestros hábitos de ocio como en otros aspectos. Por ejemplo, el advergaming. Por supuesto, tiene sus reglas (como cualquier otro medio) y no es adecuado para todas las marcas, pero es perfecto para según qué productos y según qué targets. Por ejemplo, la película Rango realizó una campaña en Frontierville durante las semanas anteriores al estreno, consistente en que los jugadores obtenían puntos y objetos especiales por ver el trailer y encontrar al personaje de la película. Quizá parezca una campaña muy simple y poco notoria. Pero Cityville, el lanzamiento más reciente de Zynga, tiene casi 90 millones de usuarios activos al mes. Es un público muy difícilmente desdeñable, qué quieren que les diga. Y que pasen semanas localizando a tu protagonista en su ciudad virtual no es mala forma de que se acuerden de él.

Si realmente creemos que es fundamental estar en Facebook y vivir la red; si estamos de acuerdo en que tanto en redes sociales como en cualquier otro medio el usuario es el que manda, el que marca el tono de nuestro mensaje; entonces me parece un error dar la espalda a los juegos sociales considerando que son cosa de críos.

Afortunadamente, la mitad de los contactos del sector que tengo en Facebook están en estos juegos (como usuarios inactivos, la mayoría, es decir: por curiosidad y no por hobby, lo que dice mucho a su favor). Lo que no sé es a qué espera la otra mitad. Anda, sed buenos y ayudadme a construir mis fábricas. Yo, lo confieso, tengo un interés no sólo profesional. Quizá soy una adultescente, a estas alturas.

jueves, 21 de abril de 2011

Dignidad profesional y profesiones de moda: el caso Turismo Madrid

El martes se publicó una oferta de trabajo peculiar. "Madrid busca community manager": se abría el proceso de selección de un nuevo community manager para el portal de ocio y turismo de la Comunidad de Madrid. Mediante un concurso. Hasta aquí, todo bien.

El problema eran las fases del concurso, que ya no pueden verse en la web de Turismo Madrid, pero sí han quedado fijadas en las ediciones digitales de los periódicos (Google, divino tesoro):

  1. Presentar una candidatura en la web de Turismo Madrid y conseguir el máximo número de votos de personas registradas en la web.
  2. Darse de alta en la página de Facebook de Turismo Madrid y crear una promoción en esta.
  3. Un jurado elegiría entre los mejores candidatos de las fases anteriores a tres, que tendrían acceso a una entrevista de trabajo.
  4. El "ganador" sería el dinamizador en social media de Turismo Madrid hasta final de año.

Las reacciones a la campaña no se hicieron esperar, y fueron de tal calibre que a las 20.20 del mismo martes,  en la misma nota en la que se abría la campaña desde la página de Facebook de Turismo Madrid, rectificaban:


  • Turismo Madrid Nos equivocamos: Lección aprendida. Replantearemos el proceso de selección. Disculpas a todos.
    El Martes a las 20:20 ·  6 personas

Como siempre, entre las reacciones hay de todo: desde personas particularmente molestas que creen que semejantes acciones son causa de la falta de dignidad en la profesión, hasta quienes piensan que la capacidad para convertir el proceso de selección en una campaña de social media en sí misma es un caso de estudio.

Me ha recordado un poco a la polémica desatada por aquella campaña de Fanta sobre profesiones del futuro (surfero, DJ y CM). Como en aquel caso, mi opinión va más bien hacia los términos medios (en aquel caso muy bien definidos para mi gusto en este post de Carlos Zamarriego en MarketingAdBlog). Podría resumirla en los siguientes puntos:

  • Sí creo que en términos de notoriedad, involucrar a tanta gente en un proceso de selección no tiene por qué ser mala estrategia, considerando que se trata precisamente de un servicio de comunicación pública. 
  • El hecho de que soliciten muestras de tu trabajo para hacerte una entrevista quiere decir que realmente están interesados en conseguir resultados. La pregunta es: ¿qué tipo de resultados? ¿Tener más amigos en Internet te convierte en mejor community manager? Evidentemente, la respuesta es no. ¿Por qué no pasar directamente a la fase en la que se crea una campaña y se ahorran el concurso de popularidad?
  • Buena parte de la polémica proviene de los requisitos que se le piden al candidato: ninguno. En la nota de su página de Facebook, sólo dicen: "Te buscamos. Tú vas a ser nuestro próximo Community Manager. Porque te encanta Madrid y porque estás en todas las redes sociales. Te conocen y les conoces. Así que eres tú la persona que buscamos para dirigir nuestro proyecto de dinamización en Redes hasta final de año. Para hacerte con el puesto sólo tendrás que demostrarnos que te sabes mover." Saberse mover no es la única habilidad que requiere un community, como ya hemos comentado; y este tipo de ofertas son peligrosas porque insisten en que "esto lo hace cualquiera", lo que a la larga es muy perjudicial para el sector. También es cierto que podríamos estar peor: me remito a la noticia del mismo día en Vivir México, titulada: Los ninis capitalinos podrán capacitarse como community managers. Y recomiendo leerla, porque el titular no es lo peor.
  • En unas declaraciones del director del portal, Yuri Fernández, dice que "al tratarse de una profesión que no cuenta todavía con estudios superiores reglados, lo mejor es plantear un reto real para conseguir al mejor candidato". Y si bien es evidente que no existe una formación reglada de community management, creer que no es necesaria una formación específica para ejercer esta profesión ahonda en este ataque a la profesionalización del sector. Como ya comentaba el domingo pasado, la profesión sigue siendo indefinida (por nueva) pero evidentemente requiere ciertas aptitudes y conocimientos propios de aquellos con formación en comunicación: publicidad y relaciones públicas (principalmente, a mi entender), periodismo, especialidades en comunicación corporativa de administración y dirección de empresas... Que no exista formación reglada no quiere decir que no exista formación superior al respecto. Existe una oferta espectacular, y que no esté homologada no la convierte automáticamente en una formación pobre. 
  • No estoy muy a favor de la idea de "concurso" como sustituto del proceso de selección, aunque sólo sea un tema de concepto; y muy especialmente cuando es de esta forma: en la práctica, todos los demandantes del puesto estarán trabajando gratis. Una cosa es presentar una propuesta y otra "hacer una campaña", colocarla en Internet, y conseguir apoyos para esta. Puede ser eficaz, pero no me parece ético. En cualquier caso, suponiendo que la acepte, ¿dónde están las bases? Al menos en El aprendiz explicaban que los concursantes competían por un salario de seis cifras trabajando con Bassat. Aquí lo único que he encontrado sobre las condiciones de trabajo es que el contrato es por seis meses (de junio a diciembre de este año); lo que no me parece el elemento motivador definitivo, precisamente. 
  • Me llama la atención que nadie haya hablado de que es un puesto "casi público". Al fin y al cabo, hablamos de la Comunidad de Madrid. Por supuesto, habrá concedido (posiblemente mediante concurso, lo que da una cierta coherencia a todo el proceso) la gestión del portal a la empresa más apropiada, pero no entiendo cómo es posible que haya sido así cuando ya están en redes y ni siquiera tienen community (Turismo Madrid está en Facebook, Twitter, Delicious, Mashup y Flickr, y tiene un blog además del portal web). Y me llama increíblemente la atención que en un puesto "casi público" el proceso de selección no pida titulación superior o experiencia previa. No es una oposición, claro. Pero un baremo mínimo me parece exigible a todos los proveedores de la Administración Pública
  • La capacidad de reconocer el error, retirar la oferta, y estar dispuesto a replantear el proceso de selección de otra manera me parece una lección de humildad de la que podrían aprender muchas empresas que sí tienen community manager, la verdad. Otra cosa es que si la actitud es perfecta, el fallo pueda haber sido tan garrafal que no sea suficiente... 
En resumidas cuentas, haciendo balance entre aciertos y errores, mi opinión sigue siendo más bien tibia. Habrá que esperar al nuevo proceso de selección para ver cómo se levantan después de este tropiezo.

martes, 19 de abril de 2011

Cementerios digitales

Ayer fue uno de esos días en los que parece que todo el mundo se pone de acuerdo para hablar de lo mismo, y le tocó el turno a la tasa de abandono de las cuentas en redes sociales; no tanto por consenso como por la publicación del Observatorio de redes sociales de Cocktail Analysis (aunque lleva publicado meses, pero en fin, la utilidad es una cosa y la visibilidad otra, como bien sabemos).

En laSexta Noticias, en la SER, en Puro Marketing, la conclusión destacada era la misma: Twitter es un fenómeno de moda, pero lo cierto es que ostenta una de las tasas de abandono más altas del 2.0 (superado por Hi5, que, en fin, y por myspace, que dado el grado de bandas amateur que se disuelven tampoco es raro). En realidad, era mi caso. Mi cuenta original de twitter tiene dos años pero nunca entendí por qué iba a esperar nadie que yo publicase algo. Mi concepto de twitter era el de un agregador de RSS que buscaba teletipos más que noticias, y puesto que no tenía la menor intención de convertirme en Europa Press, siempre pensé que tenía poco que aportar. También es cierto que hace dos años tampoco conocía mucha gente que rondase por aquellos lares y que ya me había aburrido unos cuantos meses en Facebook (a finales de 2007 tenía muy pocos amigos en la red y me limitaba a lanzarles ovejas y a contestar quizzes sobre series de televisión; no había mucho más que hacer) y no le veía el sentido a repetir el proceso.

El caso es que por lógica, aquellos que llevan-llevamos mucho tiempo en redes sociales son-somos por naturaleza early adopters. Personas curiosas para las que la tecnología no es un enemigo o una barrera, sino una herramienta, en muchos casos transparente (como señala Miguel del Fresno al indicar por qué el adjetivo "virtual" cada vez es menos adecuado para tratar a la vida en la red). A eso se suma, además, el auge de las profesiones online y 2.0. Recurro a un artículo durísimo que leí ayer en el blog de Santi García: "El mercado de trabajo se globaliza, ¿y a mí qué?" La presión para mantenerse al día, para ser más innovador que el resto, para destacar sobre la media, termina generando una especie de coleccionismo de cuentas a lo Pokémon. Tenemos nuestra existencia digital diseminada por toda la red, y una parte importante de ella son plataformas, redes, portales, aplicaciones y servicios a los que no sólo no accedemos sino que probablemente ni siquiera recordamos que existen.

Yo misma soy miembro, dejando a un lado los sitios enlazados a la derecha y que sí que uso, de Hi5, de Badoo, de Messenger, de Tuenti, de Formspring y Quora, de Flickr, Fotolog e incluso Photoblog (aunque siempre he sido mediocre como fotógrafa). Intento unificar mis perfiles en about.me y en Soooshial (también un "trending topic" ayer entre bloggers). Consumo contenidos a través de Slideshare, de YouTube, de StumbleUpon (aunque ojo, procrastinadores, porque es una herramienta del demonio). Tengo varios blogs, de los cuales al menos tres están muertos si no oficialmente, en la práctica (porque dejé de preocuparme por el tema, porque se diluyó el colectivo que escribía, porque me aburrí de la plataforma en la que estaba...). Abrí una cuenta en Foursquare antes incluso de cambiar de móvil a un dispositivo que no se colgase con su app. Además, claro está, tengo una carpeta en Favoritos llamada "Vigilar" (suena fatal, ahora que lo pienso) donde se agrupan los nuevos sitios en los que ya, honestamente, me da pereza darme de alta: BundlrTopickr, Blaving, Spoolite, Exilio (que tenía muy mosqueada a mi amiga y compañera @vexerina)...

Tengo la sensación de que cada vez más lo que surgen son aplicaciones para publicar el mismo contenido en todas y cada una de estas cuentas. Oficialmente tenemos una presencia fragmentada, microsegmentada. En la práctica, ni yo ni nadie tiene tiempo material para atender como se debe a semejante número de perfiles (de las redes profesionales, ni hablamos, claro).

Cada vez nos parecemos más a Alicia. Siguiendo al conejo a donde quiera que nos lleve. Obsesionados con estar en todas partes, con no perdernos nada. Con miedo a que lo interesante pase justo después de que nos vayamos, o en esa fiesta a la que no vamos, o en esa reunión a la que nos convocaron como "asistente opcional". Corriendo para abrirnos la cuenta antes que nadie, para luego, inmediatamente, abandonarla porque no hay nada que hacer en ese mundo vacío. Y dejando atrás un sinfín de cadáveres en cementerios digitales que se multiplican por la red. Residuos binarios en el éter.

En realidad, visto con perspectiva, es un hábito tristísimo.

domingo, 17 de abril de 2011

Community Manager Prêt-à-Porter

Esta semana publicaban en CNN Expansión cómo debe ser un Community Manager. Lo cual parece muy necesario; porque hace tres semanas (disculpen el retraso, pero he estado muy liada) en El País se leía "Se necesita 'community manager'" sin que quedase claro a qué se referían. Bromeaba esos días con un amigo y compañero de carrera (@Crevillente) que debía de ser la única blogger de nuestro entorno que no había hablado de community managers. Y aun así, ¿a cuánta gente le queda claro qué es un community manager?

He estado recopilando algunas lecturas interesantes al respecto:

  • ¿Qué no se le pide a un community manager?, se preguntaba Loles Sancho en su blog. Según su análisis, "el 32,3% de las vacantes exige al menos dos años de experiencia en medios de comunicación online y web 2.0 y el 25,6% un mínimo de un año trabajado en este campo. Respecto a los conocimientos, se pide saber manejar gestores de contenido y herramientas de análisis web, estar familiarizado con lenguajes de programación y de bases de datos y conocer herramientas de medición de las acciones de social media." Lo que sorprende a Loles, y me uno a ella, es que nadie pida conocimientos del sector.
  • En Marketing en Redes titulaban el análisis con una cierta ironía lamentablemente realista: "¡Llévanos el tema digital, medios sociales y todo esto!" y se preocupaban por esa tendencia a poner todo en el mismo saco que queda patente en el análisis de las ofertas de Loles: un diseñador, programador, estadista, experto en bases de datos, y, ah, por cierto: que sepa comunicar estaría bien.
  • El caso es que parece que la demanda está francamente desorientada. En este sentido, me parece esencial el cuadro que compara un community manager premium y el freemium en el blog de ONGkat.
Revisen los requisitos analizados en el primero de los enlaces. Creo que no hay mucha gente que se dedique al marketing y no sea inquieta y curiosa, lo cual es un punto de partida excelente para que pueda aprender cualquier cosa, pero deberíamos ser honestos y preguntarnos si es viable que alguien pueda realizar todas esas funciones y hacerlas bien. Sobre todo, alguien a quien le vamos a pagar el salario mínimo. Honestamente, señores: esto es un riesgo que ninguna empresa debería cometer. 

A pesar del supuesto glamour y de toda la demanda en torno a estos nuevos puestos, lo cierto es que no parece que los sueldos hayan resistido el empuje descendente que la crisis ha tenido sobre el salario medio en nuestro país: os remito a este post en el blog Original Community Manager, y, sobre todo, a sus comentarios.

Tradicionalmente, los comerciales han sido uno de los colectivos mejor pagados en cualquier organización. Porque sin ventas, no hay negocio. Y porque un comercial infrapagado es un comercial desmotivado y una ventana abierta ante el cliente ante los trapos sucios de una organización.

Queremos un community manager que maneje lenguajes de programación, software de diseño, que sepa cómo gestionar proyectos, que conozca el sector, que hable diariamente con las personas más influyentes de este en la red, que se encargue de responder a las demandas que se hacen sobre la marca en un medio público como es Internet. Un community manager así bajo ningún concepto debería ser alguien en calidad de becario, que no alcanza a ser mileurista, que debe complementar su trabajo con otros (afortunadamente su polivalencia seguramente se lo permita) para llegar a fin de mes; alguien a quien se le exija más disponibilidad y velocidad de reacción que el compromiso que se le ofrece por parte de la organización. Porque al final, lo que se obtiene es un community manager agotado, a punto de cometer fallos flagrantes a la vista de todos, y que en cualquier momento puede desarrollar un resentimiento contra la organización que no reconoce su valía. ¿Eso es lo que quieren que les represente ante sus consumidores más exigentes?

¿No sería mejor pagar un sueldo justo, ofrecer unos horarios sensatos, y tener un community manager motivado, que realmente pueda alinearse con los valores de una compañía en la que se siente a gusto? Estoy bastante de acuerdo con José Carlos García en que no existen los expertos en social media, no de momento, y que por tanto no tiene sentido pagar 60.000€ a alguien que está aprendiendo aún a manejarse en el medio. Pero también creo que se está ignorando el peligro que implica no retribuir de forma acorde a las exigencias en un trabajo que exige contacto directo con el público.

Visualicen a su community manager en un evento de empresa. Probablemente no hace falta que lleve un bolso de Louis Vuitton o un traje de Armani. Pero estoy bastante segura de que no quedaría muy bien ante sus clientes vestido de mercadillo. Seamos coherentes: paguemos community managers prêt-à-porter, al menos. Aunque sólo sea para evitar que se deshilachen en dos lavados.